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LAS PALABRAS Y LAS COSAS - LAS IDEAS Y LOS HOMBRES
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jueves, 9 de diciembre de 2010

Let Poland Be Poland

Un 9 de Diciembre de 1990 ganaba las elecciones el sindicalista Lech Walesa en Polonia, convirtiéndose en el primer mandatario de ese país, hasta ese momento perteneciente a la esfera de influencia de la URSS y el Pacto de Varsovia. Era hijo de un carpintero y estudió electricidad para luego ingresar al Astillero Lenin de la localidad de Gdansk.
En 1970, participó del ilegal comité de huelga, acto de fuerza que dejó un escalofriante número de ochenta trabajadores muertos por la Policía polaca antidisturbios. Walesa fue detenido y procesado para nosotros el hoy absurdo crimen de, “comportamiento antisocial”, lo que lo llevó a la cárcel por el lapso de un año.
Fue un asiduo participante de las listas negras del establishment socialista, pues ha menudo recaía en su “comportamiento antisocial”, como, verbigracia, en 1976, al peticionar un monumento a los trabajadores asesinados seis años antes. Eran tiempos de Guerra Fría y la URSS y sus aliados no andaban con sutilezas (recordemos las barbaries de Hungría y Checoslovaquia) a la hora de reprimir cualquier indicio “reaccionario” “prooccidental y burgués”. En 1980, Walesa encabezó una nueva huelga que resultaría en la creación del Sindicato Libre “Solidaridad”. Walesa sería nuevamente encarcelado por orden del régimen de Wojciech Jaruzelski hasta 1982 y con régimen domiliario prácticamente hasta 1987. En 1983, recibió el “Premio Nobel de la Paz”.
Con el correr del tiempo, Walesa gravitó sobre la política polaca hasta provocar la caída del sistema socialista, convirtiendo a Polonia, en el primer país no comunista dentro del ámbito de la Unión Soviética. Y así llegaría ese 9 de Diciembre de 1990 en el que la historia de Polonia cambiaría para siempre.
Sin embargo, no fue reelegido en 1995 ni en 2000. Tal vez los ciudadanos no vieron con buenos ojos su intención de prolongar su influencia política. Ya habían probado el amargo sabor del socialismo estalinista y su susceptibilidad era ciertamente alta. Sin embargo, nada debe restarle méritos a quien llevara al país de Juan Pablo II hacia la libertad política y económica, por décadas postergadas. Un simple electricista enfrentado a un sistema perverso que decía defender a la clase trabajadora, pero que en realidad los masacraba y asfixiaba. Un simple sindicalista que derribó la fantasía socialista, derrumbándose cual castillo de naipes. Sería el turno luego de la URSS... pero esa... es otra historia...

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